Hoy con sorpresa y sin previo aviso nos hemos encontrado con la primera niebla del otoño. En el horizonte que se me presentaba delante no había nada, todo se había quedado oculto detrás de una frágil nube que caprichosamente había decidido bajarse hasta tocar el suelo. Es tan efímero y frágil que ni siquiera puede tocarse con los dedos, pero sin embargo el trastorno y el daño que puede ocasionar es inmenso. Puede confundirte de camino, provoca en muchas ocasiones accidentes de tráfico, y sobretodo oculta a nuestros ojos la realidad de las cosas.
Al mismo tiempo esa mañana de martes mientras reflexionaba sobre la inesperada niebla, comprobé como en estos últimos días también se había extendido haciendo casi el mismo efecto la niebla de las mentiras, comprobando como estaban consiguiendo algunas personas tapar toda la realidad con una gran nube de mentiras, que en ocasiones estaban haciendo que las personas se equivocasen de camino y perdieran por completo la visión exacta de lo que estaba ocurriendo. Afortunadamente y como pasa siempre con los días de niebla al llegar la tarde esas nubes se desvanecieron y pudimos comprobar que tan solo se trataba de un puñado de forajidos y bandidos intentándose apoderar de la buena voluntad de las personas.
Ramón Alcañiz Úbeda